Dibujé el tiempo alimentado por las líneas de la mano, un cruce de caminos que sin límite y a su antojo se desviaban. Sin destino claro, crecían más allá de la misma palma abierta, y tomando la forma de un árbol, se escapaban de nuestro alcance. El tiempo no vence a los sentimientos que forman parte de nuestra piel...
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