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\"La ceniza de los Montes Albanos no es la de tu cadáver olvidado. Las gotas que la tormenta inminente comienza a arrojar sobre tí y la Urbs, no podrán apagar, durante días, la pira ceremonial en que arda tu cuerpo cuando llegue tu hora (¡Mas, espérala lejos aún!).
Pues así de grande habrás llegado a ser. Y si no tienes un caballo desde el que mirar a la turba, sube a menudo a lo alto del Palatino, como has hecho hoy. Desde aquí se abarca toda Roma y más allá.
Y ahora, yo te digo además que, en llegado a los 30 años empezarás a ser el que serás. Esta muchacha que viene a consolarte, una Julia, ¡mírala!, será el primer peldaño ¡ Cásate con ella llegado el momento ! No la desprecies, hazle caso, será la tía de uno que está por venir y que será el más grande. La Historia te colocará muy cerca de él, el segundo. ¡ No me hagas preguntas, no soy la Sybila! Es sólo que tengo ventaja sobre tí. Yo ya puedo contemplar lo que pasará y, 2086 años después, verlo todo antes de que ocurra). ¡ Fíjate !, y te digo además ¡ja!, que tú no padecerás calvicie; en tanto que \"el más grande\" sufrirá \"esa tara\" en secreto (y sus enemigos la reirán)
Otra ventaja : tú lo abandonarás todo cuando no se te necesite; morirás en tu cama. En tanto que al más grande habrá que apartarlo de la vida a puñaladas. ¡ Lástima que no vayas a vivir para verlo, Lucio !\"
... ... ...
\"Los días de la furia\"
Han pasado los años ... ... ...
Mientras cabalga vía Appia adelante, Sila, Lucio Cornelio Sila, da los últimos toques a su plan. Lleva sus tropas consigo.
\"Mi plan, ¿cuál iba de ser mi plan? El único posible; ¿acaso puedo hacer otra cosa?
Entro en Roma y arraso a mis enemigos. Acabo con la gentuza de Mario. In situ, de una vez. ¡Ya está!
¿Qué otra cosa puedo hacer?
De manera que estamos a punto de partir para Asia, a cortarle las orejas a Mitrídates, y va el viejo general y me quita esta guerra. ¡Pero si esta guerra era mía!. Me importa un carajo que ese cagón de Sulpicio haya convencido al Senado para que cambie otra vez de opinion . Si ahora han decretado que sea Mario y no yo quien se encargue de esta guerra, no tengo alternativa.
Así que entro en Roma y acabo con el problema de raíz. Es decir, entro y los liquido. Lo arraso todo.
No habrá piedad. Y a tí, Sulpicio Rufo, a tí, voz de tu amo, te cortaré la cabeza y las manos. Y las haré clavar en la tribuna de los Rostra, donde todo el pueblo lo vea. Y se quedarán ahí hasta que los buitres dejen los huesos al aire y el sol los calcine. No podrás descansar ni muerto, Sulpicio, ¡te lo garantizo!
¿Que voy a cometer sacrilegio? ¿Que ningún romano ha entrado antes con sus tropas en la ciudad? Bueno, ¡y qué! ¿Acaso voy a toparme con el espíritu de Rómulo, para que me mate con su azada, como hizo con su hermano saltarín?
¡Pamplinas!
Voy a entrar en Roma. Y no con mis soldados desfilando bonitamente; sólo para impresionar al gentío, como si fuera una fiesta ¡No!; ¡vamos a entrar con la espada desenvainada! Así mis hombres practicarán un poco más para la guerra que aguarda en Asia. Porque esa guerra era mía; me la han quitado y lo saben. Así que ahora es absolutamente necesario dejar resuelto el asunto antes de partir. No quiero más puñaladas por la espalda.
¡Y cuando entremos ...; ¡Bah, no será tan terrible!, al fin y al cabo hay gente que no tiene nada que temer. En cuanto al resto ¡ya pueden empezar a temblar!
Mandaré otra avanzadilla antes de que llegue la noche. Para que sepan lo cerca que estamos. Aterrorizar es bueno; para tener a esa gente aún más indefensa, atenazada por el espanto, inerme para la lucha.
Pagaré por cada cabeza que me presenten. Mis soldados o cualquier asesino que trabaje para mí. Pagaré también a los delatores. Luego mataré a los delatores. ¡Delatores, valiente ralea!
Y los que escapen no volverán. No se atreverán, pero yo tampoco los dejaré. ¡Ja!, es peor morir por ahí, en tierra inhóspita; sin hacienda, sin apoyos, sin futuro, que hacerlo a manos de mis soldados. Total, ¿cuánto se tarda en cortarle a uno la cabeza? ¡Ja,ja,ja, la muerte del cobarde es siempre la peor!
No permitiré siquiera que entierren sus cenizas junto a la ciudad. No volverán a casa ni siquiera dentro de una urna.
Y la lista ya está casi terminada. Desde luego faltan los últimos toques. Habrá que añadir a alguno y perdonar la vida a otros pocos. Conviene mostrar algo de magnanimidad. Viene bien contar con gente agradecida. Aunque a cierta distancia, claro. Al fin y al cabo el rencor corroerá sus corazones de por vida. Y siempre albergarán la tentación de matarme. Pero el agradecimiento, hmmm ..., aunque sea por miedo, suele ser muy rentable; llegado el momento.
Y si tuviera la suerte de pillar al \"viejo\" dentro, aún mejor. Mi antiguo general sí; pero mi rival hace ya demasiado tiempo. Al fin y al cabo lo que hizo fue cerrarme el paso. ¿Por qué no se moriría antes? ¡La gente no vive tanto!
¿Que es otra vez cónsul, según me ihan informado? Siete veces consul, como le predijo la maga pompeyana. ¡Joder, vaya ojo el de la vieja!
Bueno, da igual, entonces mataremos a un cónsul también.
¡Si sólo es un viejo!; ¿cómo no se da cuenta? ¿¡Pero hasta dónde llega tu ambición, Mario!? ¿Cómo puedes estar tan ciego? ¿Es que no comprendes que tu tiempo ya pasó?
Ah, ya, que el pueblo le apoya. ¡La hez plebeya digo yo! \"Mario, el líder de los populares\".
Claro; ¿¡y qué iba a ser si no un advenedizo de pueblo como tú, un \"homo novus\"!? Uno del Arpinum no puede ser más que pastor de ovejas. Aunque tú saliste listo, lo reconozco. Y con la Urbs has hecho carrera. No es que no hayas hecho méritos; pero Mario, eres y serás siempre un patan.
Hay otros de tu pueblo, como ese abogadete de moda, que al menos ha tenido la decencia de pedir ser uno entre los optimates. A ese ya casi ni se le nota el acento. En cambio a tí ... Lo que he dicho, un patán, mi general un patán. ¿Habría sido lo mismo si no llegas y te casas con una mujer de los Julios, ¿Eh? ¿A que no? ¿Y cómo lo hiciste Mario, si sólo eres un paleto? ¿Si además ella era una cría y tu un viejo?
Que salvaste a Roma de los germanos ... Bien, eso estuvo bien, Mario. Si esa gentuza bárbara hubiera llegado aquí abajo, ahora todo esto no serían más que prados baldíos. Oh, Mario, estuviste a la altura de Escipión, cuando Aníbal vino con sus elefantes.
Pero yo tambié estuve allí, yo, tu subalterno, tu mano derecha tu legado. Estuvimos codo con codo. Aunque fuiste tú el que se llevo los honores, la gloria. Yo digamos que gané experiencia y expectativas. ¡Insuficiente!
Y Roma recompensó tu valía con creces. Tienes estatuas por todas partes ¿Qué más puedes desear? Por cierto, estatuas que mandaré descabezar en cuanto entre. Sí, será una de las primeras cosas que haga.
Te queda poco tiempo, Mario. Voy a hacer borrar tu memoria. Prohibiré que se mencione tu nombre en público. Tu gente, la plebe, haré que te olvide. Tu gente ...; ¿cuál iba a ser tu gente, más que la plebe? Y esa hez plebeya lo está pudriendo todo. Nosotros, los optimates, estamos a la deriva por vuestras ambiciones. Ya no se respetan las jerarquías. Vais a hacer sucumbir la Roma de nuestros padres, la república como debe ser, si alguien no lo evita a tiempo..
Los senadores claman a mí por que arregle esto. Tengo información : sólo se votó la guerra para Mario porque están cagados de miedo. En mi ausencia las cosas se les fueron de las manos. Bonita estrategia, mandarme a preparar la guerra en Campania para que mis rivales se hicieran con el control ahí dentro.
Sabes Mario, como tu lugarteniente que fui te debo respeto, una cierta lealtad. Pero, puesto que no te rendirás de buen grado, me veré obligado a matarte. Vivo siempre serás una molestia para mí. Una fuente de conflicto. ¡Tú tienes tus partidarios !
Claro que a lo mejor no estás en Roma cuando entre. Casi mejor que así fuera. En realidad sería doloroso para mí acabar contigo no creas. Después de todo hemos sido cuñados. ¿Sabes?, más que algo personal entre tu yo, al fin y al cabo se trataría de un deber.
Así que vete Mario, vete. Vete a morirte en tu pueblo, cría ovejas allí, aprende griego, ¡yo qué sé!; pero desaparece. Te prometo que no iré a buscarte.
Y si también anda por ahí tu sobrino (y sobrino mío, ¡lástima!); en fin, con ese jovencito he sido demasiado indulgente.
Ya se lo dije a mi gente : ¿Mario, decís?,¿os preocupa Mario? De quien debéis cuidaros es del joven Cayo; ¡en ese jovencito hay muchos Marios juntos!
Bueno, tal vez convenga ser paciente con él. Probaremos una vez más a ponerlo de mi lado. Al fin y al cabo matarlo sería una pena; esta ciudad nunca anduvo sobrada de talento.
Pronto anochecerá. Bueno, daré las órdenes para empezar con el campamento. Estamos llegando al sitio, justo en la colina. Que allá abajo vean el resplandor de nuestras hogueras en la noche.
... ... ...
Curioso lo del viejo aquel, cuando yo era un jovenzuelo sin futuro. ¡Buf, cómo ha pasado el tiempo!
Pero aquel individuo fue certero. Desde luego hay gente por ahí con el don de \"ver\".
¿Qué sería de él? No me pareció un augur, ni tampoco un loco; ¡ni un druida siquiera! No me suena haberlo visto nunca en Roma.
Cuando haya puesto todo en orden lo primero que haga será subir al Palatino. A ver si doy con el sitio donde me habló. ¡Me dan ganas de levantarle una estatua allí mismo!.
¿Pero qué rostro tenía? ¿Cuál era su nombre? No lo recuerdo. No importa, le llamaré \"Destino\" (Fatum). Y le haré levantar una estatua, sí.
¿Y si fuera un dios? ¿El dios Destino? A ese dios no lo tenemos entre los romanos. Y de existir, me da por pensar que quizá sería el más poderoso; y no Marte, ni siquiera Júpiter. Porque a lo mejor hasta el mismo Júpiter está sometido al poder de un dios Destino.
Está claro, le haré levantar una estatua, sí.
... ... ... Y en cuanto a ese que será \"el más grande\", ¿quién puede ser? O mejor dicho : sólo puede ser uno. Yo no soy un adivino (no hace falta en este caso!) Ese no puede ser más que el chulito de Cayo. Cayo Julio César, ¡buen material! Un cabroncete, desde luego, pero un romano de los que a mí me gustan. Uno de los nuestros al fin y al cabo, de las más viejas familias. Aunque unos muertos de hambre. Como los míos. ¡Ja!, en realidad tenemos muchas cosas en común ¡Qué lastima, deberíamos llevarnos mejor! ; después de todo además somos tío y sobrino.
Bueno, hay que ocuparse del campamento, mañana pensaremos qué hago con él\".
... ... ...
(Voz en off) :
Mario, en efecto había huido ya de la ciudad. Sila entró en Roma y cumplió con lo previsto. Tras el baño de sangre Roma quedó tranquila, bajo el control de la gente de Sila. Y Sila partió con sus soldados a Asia, a hacer la guerra que había quedado pendiente. Estuvo fuera unos años.
Cuando volvió, con su guerra ganada, Sila tuvo que recuperar otra vez Roma para sí (esta vez sin entrada de tropas al asalto).
Mario había vuelto durante su ausencia y se desató una guerra civil entre las dos facciones romanas. Quizás para su suerte Mario había muerto a los pocos meses de volver. Murió repentinamente. Hacía tiempo que era presa de un severo proceso de demencia senil. Murió al poco de cumplir los 70 años.
La guerra contra Sila, pues, la hicieron (y perdieron) los partidarios de Mario; entre ellos un hijo de Mario. Éste último se suicidó al perder la plaza que defendía.
Sila necesitó recuperar de la legalidad romana, la figura del \"dictador\" para poner orden. Era un recurso que no se utilizaba desde el año 216 a.C. Estaba concebida para casos de extrema gravedad y por un periodo máximo de 6 meses. Sila lo acomodó a su situación y voluntad. Los años de Sila fueron unos años de terror. Años de reformas a la desesperada, buscando apuntalar una república \"a la antigua\" que ya no era viable.
En cuanto a Julio César, Cayo Julio César (\"el que sería más grande que él\"), Sila decidió con el tiempo que lo mejor era eliminarle. Pero César, advertido, pudo huir.
Cabalgando día y noche, comido por la fiebre, César buscó refugio en la Galia romana. Antes de llegar a su destino los sicarios de Sila lo encontraron. Y César compró a a sus asesinos. Después de esto no se sabe que aquellos volvieran a Roma por un tiempo. ¡Cobrar de las dos partes por el mismo trabajo era demasiado arriesgado, mientras viviera al menos uno de los dos patrones!
Finalmente Sila, escuchó los ruegos a favor de César y le perdonó la vida. César pudo volver y anduvo calladito. Mientras fue necesario.
Y Sila cerca ya de los 60 años (¡otro viejo!) un buen día abandonó la dictadura (que le había sido otorgada con carácter \"indefinido\"-pero no \"perpetuo, ¡ojo! -) Abandonó el poder y se retiró a una villa cercana a Roma. Se retiró a sus orgías, a escribir sus memorias. Lo había dejado todo atado y bien atado (hasta se daba el lujo de pasearse por el Foro, a la vista de todos, como un ciudadano privado, uno más).
Al poco tiempo de retirarse de la vida pública, Sila murió. En la cama, como le había predicho el viejo del Palatino. No le dio tiempo a terminar de escribir sus memorias (22 libros). Un esclavo suyo, Epicteto Apicado las acabó por él.
FIN ... (pero sólo era el año, 78 aC. O sea que había historia para rato)
Llevo impresa la luz fría de una mañana de marzo en la alta tierra castellana. He aquí una manera adecuada para un artista de decir que nací en un pueblo soriano, hace ya, ¡ uy, bastantes años !
Sin embargo, es poco lo que permanecí allí y los avatares de la vida me han depositado en Madrid, de donde también soy y ya para siempre.
No tengo formación especial, o mejor dicho, académicamente seguida. Unas temporadas con un pintor madrileño, un paso por la Escuela de dibujo ...
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