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CONDENA A MUERTE
Que me condenen.
No renuncio
a descubrir las interiores estancias
que nos hacen más humanos,
a observar las estrellas
y sus cantos,
a pensar en libertad,
sin miedo en los labios.
Sí renuncio
al consabido aroma
de lo yerto,
a la espada oxidada
de la barbarie.
Y la condenaron.
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