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Como tantos trabajos pictóricos, el resultado, a veces, nos sorprende y creemos que hay una voluntad por encima de nosotros que nos impide llegar a dónde teníamos previsto. Esta iba a ser una obra muy distinta pero la intervención de mi hija Alba, mi Alba, interrumpió el proceso y el resultado es más que elocuente. Se quivocó la paloma, y el autor también se equivocaba... Sólo quedaba dedicárselo a Serrat. Óleo sobre lienzo.
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