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Quo usque tandem, Catilina ...?/La conjuración de Catilina -4-

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Descripción de la obra

"Quosque tandem, quosque tandem"; eh?¡vaya, vaya!
Empezamos : en un lugar de la antigua Italia, cuyo nombre será eterno y del cual no puedo dejar de acordarme ...

"¿Por qué coqueteas conmigo -gemía Marulio por enésima vez- si estás prometida al hijo del etrusco Fagón? Quosque tandem ..., quosque tandem .../¿Hasta cuando? ..., ¿hasta cuando abusarás de mi paciencia, Ifígenis ?, ¿ hasta ..."
- Ya te callarás de una vez Marulio con esa monserga, ¿no?, le espetan de repente en la mesa. Aquí nos estamos jugando cosas serias y tú dale que te pego con ese lloriqueo. Hace tiempo que te afeitaste por primera vez; ¡pero pareces un mozalbete!
- ¡Eso!, ¿no te da vergüenza? ¡Si te oyera el Jefe! (-Catilina-, que no está presente en esta ocasión)
- ¡Bah, seguro que entonces el chaval se aguantaría sus momitos!...; ¡que nos estás echando a perder la reunión!---- Así, es que no se posible ... En fin, ¿quieres que te consuelen?; pues bájate y busca en el cubil de la egipcia. ¡Que te sople el caramillo como ella sabe! Y la risa retumba burlona entre los reunidos : ¡¡ jua, jua, jua!!--- Y el gracioso de la reunión remata : - Dí abajo cuando pases que os pago yo una jarra. Y en la mesa el grupo vuelve a reir, con estruendo, maliciosamente.-------

----------------... ... ... ...-----------------

El espía, el "topo" que tiene Cicerón ( el Gran Hombre como le llaman) en aquella camarilla le contaba la anécdota horas después, recién amanecido.
...
- Sí, Marulio; así se llama : Marulio, señor. ¿Acaso le conocéis? Bueno, para ser más exactos, así es como se hace llamar, o como le gusta que le llamen. Lo de Marulio es porque su nombre completo es Marco Tulio ... De Marco y de Tulio se habrá sacado lo de "Marulio", ¿no le parece, domine?
-Culeo, respondió Cicerón, y añadió : Marco Tulio Culeo.
- ¡Vaya, veo que estáis bien informado, señor! Marco Tulio ...; jeje, sin duda una coincidencia . Sin embargo es un don nadie. Simplemente un hijo de libertos, de un matrimonio de libertos. Antiguos esclavos que ...-y aquí el informador calló de golpe-. Se había atrevido a levantar la vista y se encontró con los ojos de Cicerón, sentado al otro lado de la mesa. Sin dejar de mirarle, éste alargó el brazo y cogió una ciruela de un cuenco. La mordió, manteniendo una mirada amenazadora, terrible, agazapada bajo sus cejas grises.

El informante, el topo, súbitamente se sintió como un ratón. Un ratoncillo que podía oler perfectamente el peligro que en esos momentos se cernía sobre él. El peligro de estar a solas en una jaula con un gatazo al que de pronto le molestaba su presencia. Y sintió miedo. Le entraron unas ganas horribles de salir corriendo. Y no es que aquel hombre se fuera a molestar en liquidarlo él mismo, allí en su despacho. ¡Por supuesto que no; ¿el gran Cicerón aplastando una cucaracha de los barrios bajos? ¿Con aquellas manos que no hacían otra cosa que escribir? ¡Y no es que fueran unas manos patricias, delicadas y blancas, y en consecuencia más bien inofensivas. No, las manos del Cicerón eran cuadradas, toscas más bien; manos propias de los pastores de su tierra, arriba en el Arpinum.--- O sea, que por fuertes que las hubiera heredado de sus antepasados, el cónsul no las emplearía nunca para apretarle el gaznate hasta matarlo. ¡Oh, no, claro que no! Era sólo que ... cualquier otro podría hacerlo por él; en el camino de vuelta a la ciudad por ejemplo! Una orden del cónsul cuando hubiera salido de su gabinete y "alguien" haría el trabajo en cualquier recodo del camino.--

-¡Bah, pero ese no es peligroso - se atrevió el informador a decir, en un intento de mejorar -ya que no arreglar- la situación. Está enfangado -prosiguió- en un mal de amores!--- La otra noche, el rato que estuvo se lo pasó lloriqueando. ¿Cómo decía ... ? Hmmmm ...;ah, sí; algo así como : "¿Hasta cuando, hasta cuando, Ifígenis, abusarás de mi paciencia ...?". Y no sé que más, no me acuerdo. Como estaba un poco borracho apenas se le entendía. Esa noche se fue enseguida, de hecho fue el primero en abandonar la taberna.
Ahora el Gran Hombre tenía las lejas levantadas, como en un gesto de sorpresa. Y su expresión de hacía un momento se había ablandado.
- "¿Hasta cuándo? ...; hasta cuándo abusarás ..." Hmmm eso suena bien, suena bien, sí; parece mentira que un hombre de pocas letras sea capaz de expresarse así ..."
-¿ Decís, señor?
- No nada, nada, murmuró Cicerón y se quedó en silencio, acariciándose la barbilla, como si de pronto se hubiera olvidado del informador, delante suyo. Como si el gatazo de hacía un momento se hubiera cansado de repente de aquel estúpido ratón, y se hubiera puesto a pensar en otra distracción.
Con mucho disimulo, el topo se atrevió entonces a mirarlo un instante. Y se sintió infinitamente aliviado; "el momento crítico ya había pasado", concluyó. --- "El Gran Hombre está empezando a pensar - se dijo- ;ahora si que es hora de largarse". De pie, como estaba, el informante hizo amago de moverse, por si el cónsul quería algo más. Cicerón, sin mirarle ya, se limitó a despedirlo con un gesto displicente de la mano.

Una vez ya a solas, Cicerón suspiró. Desde luego no le agradaba que Marco Tulio Culleo estuviera metido en el asunto. Después de todo, aquel Marulio, Marco Tulio era hijo suyo. Por supuesto, un hijo secreto, clandestino. La típica historia, un mozalbete de una familia ascendente, una esclava ... Se casó a la esclava con otro esclavo y al poco se les emancipó. En realidad aquel pobre hombre quizás nunca supo que el hijo que iba a tener su mujer era un Cicerón y no suyo. El pater familias se portó muy bien con la pareja. Les permitieron, ya como libertos, seguir estando a su servicio. Pero ya no en la casa, sino en un rincón un tanto apartado de aquella hacienda del Arpinum. De esclavos domésticos -un privilegio- pasaron a pastorear un hato de ovejas y viviendo en una rústica choza.

Luego, desgraciadamente murieron los dos al poco tiempo. El chico, Marco, quedó huérfano. El padre de Cicerón no lo quiso meter en casa. Hasta que un hombre de la ciudad, sin descendencia, lo adoptó.

--- ... ... ... ---

Unos días más tarde ... la voz de Cicerón tronaba bajo el venerable techo de la Curia :
- ¿¡Quosque tandem!? -unos segundos de pausa- Y volvió a rugir : ¿Quosque tandem, Catilina, abutere patientia nostra ... ? Ciceron acababa de subir al estrado y, de esta manera, sin previo aviso, había empezado a hablar a los reunidos. De pronto todo el mundo se había quedado callado. El silencio se adueñó de la sala por completo. Y Entonces Cicerón volvió a la carga : - ¿Quosque tandem, Catilina, abutere patientia nostra?
En esos instantes Cicerón podía sentir en la propia piel cómo la expectación se disparaba a sus pies. Completamente quieto, como se había quedado tras aquel tempestuoso arranque, parecía una estatua de mármol. La estatua de sí mismo -pensó- Perfecta la caida de la toga, el dedo acusador suspendido en el aire, señalando a lo alto. Y por supuesto sin mirar a su víctima; de la misma manera que los dioses no se dignan mirar a los hombres cuando les hablan.

Al cabo de unos instantes aquella estatua cobró vida de nuevo. Cicerón había descompuesto el gesto y se había girado hacia la izquierda, donde se habían agrupado los senadores, a quienes -ahora sí- miró a la cara, y reanudó el discurso. Catilina entretanto, con la cabeza hundida entre los hombros, había quedado solo al otro lado. Hasta el más humilde de los senadores - los pedarios del gallinero - había abandonado su sitio junto a él para unirse a los demás. Eso sí, en el último escalón y de pie, como era la norma; en cualquier caso detrás de los senadores de postín, como correspondía a unos pobretes de segunda.

Lo que vino a continuación fue un auténtico chorreo.
Catilina no pudo resistir. Terminó por abandonar la sala y seguidamente el edificio.--

Mientras bajaba ahora las escaleras, a Catilina le resonaban en la mente las brillantes palabras de Cicerón.
"Verdaderamente no tengo nada que hacer contra ese pico de oro", iba diciendo para sí. "Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra ... Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia"; ¡ qué jodido ! ¿ A quién sino a él se le podía ocurrir empezar una reprimenda de forma tan brillante ? Sin exordio, sin preámbulos, ¡a bocajarro! Saltándose las formas como sólo un genio se atrevería a hacerlo. Y no pasa nada, ...; no pasa nada, ¡porque es Él!
- ¿Catilina?, masculló aflautando un poco la voz, en un remedo de caricatura.
- ¿Qué? (respondio él mismo)
- ¡Toma esto! -así, en todo el estómago, se dijo al tiempo que hacía un gesto como de lanzar un puñetazo-.--- !!! "Ese hombre es, es ...!!!", y no terminó; tan sólo apretó los puños al tiempo que emitía una especie de gruñido.

Catilina, patricio de la más alta cuna, pero pobre, endeudado hasta las cejas, se confundió entre la gente, que empezaba a llenar el Foro.--- Mientras avanzaba iba llorando : "Habiendo sido descubierto tan prematuramente, no tengo más remedio que acelerar nuestra conjura -pensaba-. "No hay que darle tiempo a ese narciso de lucirse otra vez a mi costa y ponernos aún más en evidencia ... Y ...; y ...; cuando terminemos con todo, él será el primero; ¡decididamente le cortaré la lengua!", concluyó.
... ... ...

Información del artista

Llevo impresa la luz fría de una mañana de marzo en la alta tierra castellana. He aquí una manera adecuada para un artista de decir que nací en un pueblo soriano, hace ya, ¡ uy, bastantes años !


Sin embargo, es poco lo que permanecí allí y los avatares de la vida me han depositado en Madrid, de donde también soy y ya para siempre.


No tengo formación especial, o mejor dicho, académicamente seguida. Unas temporadas con un pintor madrileño, un paso por la Escuela de dibujo ...

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