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Cerca de la ciudad de Soria hay una loma que apenas llama la atención. Excepto por un pequeño obelisco que señala que en aquel terreno se produjo un hecho bélico que se puede calificar de asombroso. En dicho lugar se levantaba la ciudad celtíbera de Numancia. Una ciudad que durante 20 años mantuvo en jaque al irresistible poder romano.
Fueron muchas las hazañas de los numantinos, pero al final la ciudad sucumbió. Cuando el general romano Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano el Joven se encargó de la tarea de rendir la ciudad, ésta solo pudo aguantar trece meses el sitio.
Fueron unos pocos los que se rindieron. Los demás o habían muerto o prefirieron darse muerte a sí mismos. La ciudad quedó arrasada y aunque más tarde se recuperó, a finales del siglo IV desapareció para la historia hasta que a principios del siglo XX un arqueólogo alemán, Adolf Schulten, dio con ella e inició las excavaciones que la sacaron a la luz e hicieron revivir la leyenda.
Llevo impresa la luz fría de una mañana de marzo en la alta tierra castellana. He aquí una manera adecuada para un artista de decir que nací en un pueblo soriano, hace ya, ¡ uy, bastantes años !
Sin embargo, es poco lo que permanecí allí y los avatares de la vida me han depositado en Madrid, de donde también soy y ya para siempre.
No tengo formación especial, o mejor dicho, académicamente seguida. Unas temporadas con un pintor madrileño, un paso por la Escuela de dibujo ...
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