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En un tiempo concreto,
aquél que es esperado con impaciencia
por el reloj del deseo,
un relámpago gobierna la noche de tu casa.
En esa noche,
latigazos de luz
flagelan las campanas de tu pánico.
Los rayos te asustan,
las centellas te avisan.
Tu mente alerta
cuando las luces mueren,
y te quedas en vilo.
Sigilosamente enciendes una vela usada
y la clavas en el seno del cráneo fosilizado.
(Fragmento del libro Vampiro de mentes o el mundo de inopia)
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