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El subcosciente toca con sus manos la fuente de la que brota todo aquello que jamás perece. También crea aquello que perece, también toca con sus manos la fuente de lo aparente. ¡Quién tuviera la llave de oro para acceder a las estancias de la pura belleza! ¡Quién pudiera escribir en las hojas del subconsciente sólo aquello que es amor! ¡Quién pudiese seguir el camino de los ángeles!
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