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Las Vanguardias han utilizado desde sus inicios el mecanismo de la deconstrucción como herramienta básica de la Modernidad. Francisco Ceballos analiza la realidad aplicando su contrario, la Reconstrucción. Practica el “tachismo evolutivo”, utilizando las manchas como unidades plásticas básicas, en su estado más simple, como moneras causales. Estas se van organizando según su propio patrón interno, adquiriendo así un significado nuevo. Es la fase de conceptualización de las formas, donde la forma se transforma primero en símbolo y luego en un concepto complejo. En este sentido un concepto recurrente en su pintura es la flecha. Se trata de una forma muy simple, el resultado del cruce de dos líneas. Es una unidad plástica básica presente por todas partes y según el caso, separa o agrupa al resto de las manchas del cuadro. Al mismo tiempo ese complejo entramado de líneas dota al cuadro de ritmo, vibración y agilidad. Los dardos simbolizan el movimiento, los actos externos ante los que el artista define y reflexiona, los absorbe, los interpreta y los recrea en el lienzo. Pero algo tan elemental puede ser a la vez una estructura muy compleja; la flecha es el símbolo del martirio y el martirio es el concepto del papel del artista ante el mundo: el que ha visto y da testimonio de su hallazgo.
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