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Don Quijote, la espada en una mano y el libro en la otra, lee e imagina sus muchas aventuras entre princesas en apuros, damas a quienes salvar, genios que salen de la tierra y las alcántaras. A la izquierda, Sancho Panza y los molinos. Arriba, a la derecha, al fondo del escarpado camino, la Venta de Juan Palomeque, centro geográfico de las aventuras del maravilloso libro de don Miguel de Cercantes.
Una mañana grisienta de agosto, tras casi tres días de tormenta seca, justo cuando un rayo cruzó el cielo y tras el trueno rugiente llovió con fuerza, nací yo, en el tercer decanto de Leo, esos de los que dijo el Maestro, \"son los únicos capaces de ganarse el cielo a puñetazos\".
Después de muchos caminos, de muchas profesiones, comprendo que es cierto que la vida no es nuestra, que somos de la vida; que en el interior del hombre, habita la verdad, y que la sombra es el nagual,...
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