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Pequeña pintura acrílica.
Una figura camina dejando un rastro de sangre. De uno de sus costados nace una figura fantasmal, su yo espiritual, libre y encadenado a la vez. A la izquierda aparecen los siete chakras, ordenados y conectados tanto a la tierra como al cielo, así como al punto correspondiente en el cuerpo de la figura.
El estudio de los chakras sirve para caminar por el mundo, para avenzar en la vida. Pero también habrá ocasiones en las que nos hagan sufrir, porque pertenece a la naturaleza de la vida el sufrir. De ahí que también sangren las conexiones.
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