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Señorita Guerrero.
Tenía rabia de la lucha por la supervivencia encerrada en los ojos, enjaulada como un furioso león deseoso de ser libre.
Su apellido era Guerrero y le hacía honor todos los días, era bella, era fuerte, era grande y misteriosa, arrastraba un pasado, eso todos podían verlo, pero nadie sabía cuál era, ese era el más grande de sus dolores y se ahogaba con el cada mañana, cada día moría un poco más y todas las noches se acostaba con la afortunada desdicha de saber había vivido un día mas, para no contarlo, porque el silencio le tenía sellada la vida? Ella era la señorita Guerrero y tenía las cicatrices en el alma, no en la piel.
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