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En 75 a.C., mientras navegaba a Grecia para continuar sus estudios, César fue secuestrado por piratas cilicios para pedir un rescate. Cuando César se enteró de que pedían 20 talentos, se supone que insistió en que valía 50 talentos al menos. Mantuvo una relación amigable y jocosa con los piratas mientras se reunía el dinero, pero les advirtió de que les daría caza y los crucificaría después de que lo liberaran. Y así lo hizo, con la ayuda de voluntarios, como aviso para otros piratas, pero primero les cortó el cuello para aliviar su sufrimiento ya que le habían tratado bien.
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