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Pintura acrílica y collages sobre lienzo 3D.
‘Asúcar’ es una actitud, una llamada que nos invita a unirnos a la fiesta. Es un canto a la esencia de la vida, al bienestar, a la alegría. Es una mirada amiga al componente humano, a nuestro mundo interior y el medio que nos envuelve. ‘Asúcar’ refleja la dulzura que conduce, la sonrisa que alienta, el ánimo que alimenta, latido a latido, la pasión por vivir.
Se trata de un cuadro de tendencia pop en cuanto al pretendido uso de una imagen popular, en este caso Celia Cruz. Me sirvo de ella para transmitir una postura vital, activa y positiva que considero fundamental en nuestro devenir.
La obra remite directamente a una canción que alza su voz para levantar el ánimo. Se trata del clásico “La vida es un carnaval”. Si echamos un vistazo a la altura de la cadera de la figura encontraremos, ondulante, parte de su letra.
Por lo tanto ‘Asúcar’ es también de un cántico visual, la materialización de una melodía, un son bidimensional que trasciende a múltiples dimensiones; a tantas como a personas consigue llegar, lo que no hace sino subrayar su carácter terapéutico.
La obra está realizada sobre un lienzo 3D con el sentido de relacionarla aun más con este aspecto de nuestra realidad. Prescinde a su vez de ser enmarcada, ya que no termina donde parece, sino que se expande hacia todo lo que hay: la vida es el marco de sí misma.
Mediante el proceso de aislar figura, la combino con un collage formado con sobrecillos de azúcar. El peculiar patchwork resultante no es sino un personal autorretrato a través de una serie de momentos en los que endulcé mi vida, un cuaderno de bitácora a través de un envoltorio, un mapa del tiempo de mi pasado más reciente. Para el espectador podría igualmente representar una colorida cuadrícula donde poder curiosear.
Cabría destacar también la intencionalidad estética de la pieza. Es figurativa debido al propósito de reconocimiento sencillo y directo que va implícito en ella. Celia Cruz aparece representada sobre un multicolor mar de ‘azúcar’, su grito de guerra, su manera de inyectar buena energía allá por donde pasa. En su alegre vestimenta lleva integrados algunos materiales que vuelven a remitir al azúcar, como envoltorios de monedas de chocolate o de bombones conformando distintos abalorios. También encontramos distintos tipos de papel holográfico en su atuendo, desde el de coberturas de cajas de dulces hasta el aplicado para obtener la apariencia de brillantes lentejuelas u otros adornos.
Me divierte la dicotomía entre la sencillez de la temática y laboriosidad de la puesta en acto. Algo así pasa también con nuestra existencia.
La vida es un carnaval de color y brillo, pigmento y barniz, que se ofrece a ser degustada con deleite, sin detenernos en paladear en exceso los sinsabores que inevitablemente nos procura. “Nuestra sociedad actual a menudo nos abruma con su faceta alienante y de pérdida de valores. Debido a ello, muchos de nosotros vivimos con nuestros chakras cardíacos colapsados, al experimentar muy poco amor en nuestras vidas diarias. Tendemos entonces a suplir esta carencia con una droga al alcance de todos: el azúcar. La adicción primaria de los adictos al azúcar es al amor. Una razón de la confusión entre el azúcar y el amor es que el azúcar ocasiona un flujo de sangre al área cardiaco, y esto nos hace creer, a nivel incosnciente, que este chakra está siendo nutrido" (D. Cunningham y A. Ramer). ‘Asúcar’, por el contrario, no es un sustituto del amor, sino un potenciador del mismo. No proporciona el bajón anímico del ‘Sugar Blues’, en realidad supone más bien todo lo contrario: un incremento afectivo tanto a nivel interno como para con nuestro entorno, con objeto de provocar una reacción en cadena que nos conduzca a saborear la vida con plenitud.
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