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Pasearse por la ciudad vieja en una noche de luna llena, es un placer indescriptible. Cartagena adquiere otra dimensión cuando se oculta el sol. El color de las construcciones en la vieja ciudad colonial, las callejuelas adoquinadas, las iglesias y las casas ornadas de primorosas flores colgadas en sus materas, se constituya un derroche de animación que no existe con facilidad en otras partes. La puerta del reloj, símbolo de la parte antigua, es la entrada principal a la ciudad amurallada. En otra época solo se abría la parte central y a los lados existía una sala de armas y una pequeña capilla. Tras pasarla, es entrar al pasado, a la vida colonial.
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