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Evadir la realidad y evadirse a si mismos, a sus propios pensamientos, parece ser una forma de coraza para no rompernos. Pensamiento que surge a raíz de la cotidianeidad con que se toman objetos tales como el auricular y los lentes de sol mientras se viaja en colectivo. Objetos que, pasando casi desapercibidos ya ante nuestros ojos acostumbrados, son en realidad los objetos que nos acorazan y disimulan nuestra fragilidad. Ayudan a escaparse de la realidad, de uno mismo y hasta del silencio. Escapar del silencio porque es el único momento de encuentro con uno mismo y con sus pensamientos.
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