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Un arbusto es pequeño ante tanta inmensidad,
invisible en las horas de un día,
pero hay belleza en los detalles de la vida,
sabiduría y perfección,
hay colores y formas,
hay arte
cuando detenemos en ellos las miradas,
cuando al verles
abrimos el corazón.
De niña crecí en contacto con la naturaleza, la exploración y la libertad eran los motores de mi inspiración. Como todo niño aprendí jugando, soñando y afortunadamente riendo y ensuciándome con arena y tierra. El agua me hablaba, aún hoy lo hace. Mi primer amor fue la naturaleza, ella me ha contenido en mis desahogos y en mis inquietudes ha dado respuesta, le ha dado expresión a mi alma y luz a mis sentidos.
Hoy no soy una artista profesional, más bien me aboco día a día a la salud...
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