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No tengo tiempo pa ná. Otra inaguración, en un momento y el cielo nublao. Obtenidos los permisos previos de la firma enmarcada por la escultura montamos el monumento en el patio de vecinos. Cortamos la cinta, echamos unos vinos de Jerez, rascamos un poco de jamón, cortamos unas aceitunas porque cinta no había y la Lola, la lorita de Julián amenizando el festejo. Luego llegó Miguel Ángel, se puso la escultura debajo el brazo y nos quedó con tres cuartos de narices. Son las cosas de la improvisación.
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