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31 de diciembre cada año los mejores propósitos brotan del alma escudados en elementos superfluos que mágicamente logran que la visión del mundo cambie, la apariencia física, el amor, el dinero; la felicidad resumida en su conjunto se idealiza en la figura de un anime que actualmente representa la imagen de un ser triunfador, libre de preocupaciones sociales que encaja en los cánones estéticos de belleza que desean alcanzarse por medio de rogar a 12 uvas la alegría eterna.
La mayoría de nosotros nos convertimos en una caricatura de aquellos deseos necesariamente intrascendentes a los que encomendamos todo nuestro futuro por un año completo, a la espera de que llegue un nuevo final de año para volver al ritual del anillo, las uvas y los colores amarillos de la fortuna.
Ver más información de Daniela Larrea Solorzano
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