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SOBRE EL PRINCIPITO
Termino la relectura de “El Principito” y cierro el libro.
Pero el eco de sus palabras no se apaga. Es lo que pasa con las grandes obras de arte, nunca dejan de hablar.
Y poco a poco, sin tiempo ni orden, me regresan en tropel todos aquellos seres que el niño encontró por ahí, en el Universo de los adultos, y que visita aprovechando la migración de unos pájaros silvestres:
…al rey, que se siente orgulloso de ser el rey al menos de alguien, a pesar de considerar a todos los hombres súbditos suyos.
…al vanidoso, con su gran sombrero para saludar cuando le aclaman…
…al bebedor, que bebe para olvidar que tiene vergüenza de ser bebedor…
…al hombre de negocios, que suma, suma, suma estrellas (¿y que hace con ellas?, le pregunta el Principito. Nada, responde el hombre de negocios, poseerlas) Porque, ¿saben?, las estrellas sirven para ser rico…
…al hombre del farol, quien despierta o hace dormir a la flor y a la estrella provocando amaneceres y puestas de sol. Linda ocupación…
…y al geógrafo, que no conoce las montañas ni los ríos porque es geógrafo, no explorador…
Mas el niño, que recala en el Planeta Tierra en donde conocerá la incongruencia de los hombres adultos, deseará al fin regresar a su mundo de la Rosa, los Baobabs y las Estrellas que, con su titilar, saben reír…
Así pues, Antoine de Saint-Exupéry, ya ves, el Principito ha vuelto…
Sol
Acabo de ver estos grabados de Sol Pérez y confieso que me han venido muy bien las conversaciones que a menudo sostengo con mis nietecitos, para disfrutar con justeza del mundo de este pequeño Príncipe. Pero, a mis años, he de reconocer que he sufrido un percance: se me ha colado por el mismo sendero la Reina de Corazones, el Hombre de Hojalata, el Sombrerero Loco, un diminuto Patito Feo… y también esa mujer de ojos azules que de vez en cuando viaja con las migraciones de los pájaros silvestres para encontrarse con esos “libros” que, aun cerrados, siguen con sus espléndidas charlas. Ella usa un arma estupenda, se llama arte, y con él suele llevarnos hasta el niño que ríe, que tiene cabellos de oro y que no responde si se le interroga… el niño que habla con un lenguaje universal y que, según su mentor, es el del corazón.
Y este es el esperanzador mensaje que Sol envía a todos los hombres que a través de sus vidas de adultos siguen añorando al Principito que una vez fueron y que, escondido, aún llevan dentro…
Así que, Antoine, como ves, tu añorado amigo sigue regresando… cada vez que se producen las migraciones de pájaros silvestres, cada vez que el sol se pone, cada vez que un adolescente mira hacia atrás y, a pesar del ruido de la ciudad, aún percibe que el campo se ha llenado de amapolas…
Lola
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