Retrato de mujer desconocida
En invierno es agradable sentir el calor del portátil sobre las piernas, más aun cuando Felipe se adueña del radiador. Se pega a él como una legaña insomne, hasta el punto de marcar en su rostro los bordes candentes del aparato. Yo le miro mientras dibujo , agazapado entre las cajas de cereales. Marta, la enfermera de guardia, no me quita ojo. Teme que me ponga a abrir los paquetes de Kellogs, pero no me dice nada. Quien sabe, igual observa los dibujos que resplandecen en la pantalla de mi...
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