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… Él es mi hermanito pequeño, al que llamamos Gelín, tal vez porque su nombre es Ángel, o quizás porque su carita es de un ángel venido para nosotros del cielo… Es inevitable que se me estremezca el alma y mi corazón llore amargamente cada vez que miro esta foto o que pienso en él. Hoy Gelín es mayor, mucho más mayor de lo que dicen sus años, debido a su enfermedad y a la despiadada fortuna que le arrebató una vida normal desde que nació.
Aunque nunca ha aprendido a hablar, a comprender el mundo con exactitud, a ser libre por sí mismo, basta con mirar esta fotografía y mirar la profundidad de sus ojos y la expresión interrogante de su rostro, para darse cuenta de que posee un alma interior extraordinario, lleno de vida aunque a veces nosotros, los afortunados, no sepamos verlo a plenitud. Nunca ha habido maldad en él, quizás porque no ha tenido el libre albedrío de elegir entre el bien y el mal, como tenemos el resto de las personas normales ni siquiera de comprender la diferencia. Por eso, en su lenguaje difuso, en su vivir inocente, lo único que nos ha aportado siempre es una desmedida dulzura y un cariño delicado desde un corazoncito pequeño de emociones pero infinito en amor… Mi madre, cual oveja que cuida de su corderito que nunca ha llegado a crecer, es la que más ha sufrido y sufre por él, prodigándole veinticuatro horas su atención y sus cuidados. Por ello mi madre se ha llevado y se llevará enteramente la mejor recompensa que una madre puede esperar de la vida: “el pago de un amor completo de un hijo a cambio de un amor abnegado”.
Después de que Gelín (para unos una desgracia y una condena en vida, para otros un desastre de la Naturaleza que hoy es fácil interrumpir y eliminar, para otros un ser humano igual a los demás y con los mismos derechos a vivir) apareciera en la vida de nuestra familia como un angelito de luz, mi alma se revuelve contra aquellos que ven , sencillamente mejor , que seres así discapacitados es preferible que no lleguen a nacer. Y ahora tengo la oportunidad de alabar a tantas personas como mi hernana Mabi, que tiene tres preciosos hijos y que nunca se hizo la prueba de la Amniocentesis, segura de lo que significa llevar en las entrañas la vida de una vida…
Mi profundo amor por la cultura helénica, me llevó a residir durante diez años en Grecia, pais que marcó definitivamente mi trayectoria.
Por un lado, defino mis pinturas como fruto de mi gusto por las cosas sencillas, por otro, me arrastra la necesidad de desentrañar lo que parecemos y lo que realmente somos y el mundo interno que nos mueve.
Tengo la obligada necesidad de abrirme camino una vez más en la difícil...
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