Código: ARTEBF24Semana Black Friday: 10% en obras originales sólo hasta el 26/11, envío gratis
© Todos los derechos reservados
Una niña ofrece una manzana al Rey. Ha salido de entre los siervos con ella en el regazo.
Luego la frota y se la alarga al soberano, Manfredo.
Éste entonces sale de sus cavilaciones, sorprendido por lo inesperado del gesto. Ha vuelto al territorio que le vio nacer. Sí, su tierra siciliana que en realidad no fue nunca suya ni de sus ancestros, sino por la fuerza. "¿ Por qué vinieron hasta aquí; a este lugar donde la vida duerme y la inmovilidad que la preside destruye los espíritus ? "Después de siglos ya somos como ellos" - piensa Manfredo. Y continua : "Nuestra sangre y la suya corren juntas, y probablemente las dos partes hemos perdido. Les libramos de los sarracenos -aunque ellos no nos lo habían pedido, pues a nosotros tampoco nos querían en su tierra). Esta gente sólo quiere solearse en paz, y dormitar a la sombra de sus parras. Y en cuanto a nosotros ya no somos los guerreros que fuimos. El bronce bruñido, las imponentes caballerías, las voces de mando ..., sólo esconden nuestra debilidad. Nuestra sangre ya no se vierte en batallas. Ni siquiera los papas romanos me reconocen como soberano. Uno tras otro, me excomulgan porque el Emperador, mi padre, me tuvo con una costurera de Palermo. ¡ Alemán loco !, ¿ qué has hecho de mí ?"
"¡ Aaa-mmmmm, ... acerca más esa mano, niña ... ! Ay, estoy cansado !. Si fuerzo la espalda un poco más hasta llegar a su mano notarán que sí, que aún me mantengo, pero ya derrotado (¿ Por qué no claváis de una vez el puñal ahí detrás, caballeros míos ?) Probablemente el Papa ya os ha comprado. Probablemente no dejaréis que llegue a Roma para ajustarle las cuentas ... ¡ aunque me excomulgue mil veces más !" ¡ Arda en los infiernos el hijo del pecado ! - me parece oirlo aullar -".
Y en ese instante en que la manzana está entre las manos de ambos, la de la sierva, la del soberano, Manfredo descubre en los ojos azules de la muchacha los suyos propios. "Sí, esa es mi sangre. Y también el suyo es nuestro antiguo coraje. ¡ Sois vosotros los que habéis vencido ! Porque nos habéis disuelto como a un puñado de sal en el mar.
No recuerdo el aspecto de su madre. Ciertamente vine aquí y expolié estos territorios, que hice míos por el derecho de la fuerza. Los robé. Pero regalé vida también. ¡ Qué lástima, niña, no podrás ser princesa, ¡ aunque seas una medio Hohenstaufen !
Se agota mi tiempo. Hacia Roma la guerra me espera y yo quiero morir, estoy cansado.
Llevo impresa la luz fría de una mañana de marzo en la alta tierra castellana. He aquí una manera adecuada para un artista de decir que nací en un pueblo soriano, hace ya, ¡ uy, bastantes años !
Sin embargo, es poco lo que permanecí allí y los avatares de la vida me han depositado en Madrid, de donde también soy y ya para siempre.
No tengo formación especial, o mejor dicho, académicamente seguida. Unas temporadas con un pintor madrileño, un paso por la Escuela de dibujo ...
Ver más información de juan luis pastor fernández