019 / FO 04 FINAL

• País: Uruguay
• Categoría: Fotografía
• Temática: Naturaleza
• Técnica y soportes: Color (Digital)
• Medidas: 39.37 x 31.50 in
• En Artelista desde: 15 de abril del 2011
• Etiquetas: arbol, familia, vida, dolor, muerte, sufrimiento

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Fotografía


FINAL

La turbonada que afectó a nuestra ciudad en el verano pasado, dejó múltiples consecuencias con voladuras de techos, cables de energía eléctrica caídos y una gran multiplicidad de árboles derribados. La zona más afectada en cuanto a esto último fue el Parque Guernica, a la vera del Río Negro y frente a la Isla del Puerto. En este parque deben haber caído algo más de treinta árboles. En la foto, que tiene como fondo el Río Negro y en él a la Isla Redonda (ubicada al costado del Parque Barón de Mauá), se puede apreciar también más lejos aún, una segunda isla de las tantas que hay, ya sea río arriba, como hacia abajo, hasta la desembocadura con el Río Uruguay.
Algunos pocos metros antes, de la desembocadura del arroyo Dacá en el Río Negro, (donde finaliza el Parque Guernica) me detuve para sacar esta foto que les muestro. Es que al ver lo que queda de ese árbol caído que está en el primer plano de la foto, se me vino a la mente un crudo paralelismo con lo que es la conducta de muchos de los Seres Humanos.

Por un lado, el árbol, que nació y a través del esfuerzo para resistir fuertes vientos, agobiantes lluvias y desesperantes sequías, e intensas heladas y abrumadores calores, logró acopiar materia prima otorgada por los agentes naturales para nutrirse y crecer. Después de muchos años se transformó en un árbol adulto y nos ofreció su sombra, su frescor y la incomparable oxigenación del aire que nos invita a respirar profundo. Sin embargo, cuando la ancianidad debilitó sus raíces, tan sólo bastó un embate del viento para acabar con su vida.

Todavía resuenan en la atmósfera la vibración del sonido de los golpes al caer, cuando como hormigas, aparecen personas de aquí y de allá, portando hachas y moto sierras para así destrozar y disputarse la madera de este sufrido árbol. Para después, vender esta madera en astillas a otro revendedor que las ofrece en los hogares a efectos de utilizarla como leña para hacer algún asado o para calentar el ambiente en el próximo invierno.

¡Cuántas veces pasa lo mismo con los Seres Humanos!, que después de trabajar sacrificadamente para mejorar en la vida y lograrse un capital, éste una vez que fallece, es motivo de suficientes “tiras y aflojes” por los propios hijos del muerto por quedarse con tal o cual cosa, a un nivel tan doloroso de ver, que inclusive, es motivo de un enojo que separará de por vida a personas que llevan la misma sangre y que como mayores, ni se dan cuenta y tal vez ni siquiera les interese saber, que están dando un muy lamentable ejemplo para sus propios hijos. Seguramente cuando sean ellos quienes falten, encontrarán a sus propios hijos, haciéndoles a ellos lo mismo que ellos les hicieron a sus propios padres, continuando así una lamentable cadena de malos actos, enojos, sufrimiento, dolor y desunión familiar.

En fin, queridos amigos de Artelista, sé claramente que hay muchas más facetas y situaciones que se podrían generar de este FINAL y que no tienen por qué ser tan negativas, pero solamente les comento lo que mis ojos han podido apreciar desgraciadamente con más frecuencia de lo que se quisiera ver.

Un gran abrazo para todos y muy feliz fin de día. Hasta la próxima… Jorge