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Lúcas o la luz.
Como cuenta el Evangelio, Jesús, nació en Belén. En un viejo establo a las afueras del pueblo vino finalmente al mundo; al parecer porque sus padres no encontraron alojamiento en el propio pueblo.
En el momento del alumbramiento del niño, estaban sólos sus padres, María y José. Bueno la historia (o la tradición) incluye también a un buey y un asno que se refugiaban del frío de la noche en el mismo establo.
Por lo visto aquellos dos animales, con su poderosa presencia, dieron calor al niño, mitigando así la crudeza de sus primeras horas en el mundo.
Así, en tan reducida compañía es como inició Jesucristo su andadura por el mundo. Luego, al cabo de las horas, es cuando empezaron a llegar los pastores, muchos de los cuales pasaban la noche en las inmediaciones, y que fueron los primeros en recibir la Buena Nueva.
Esto es lo que todo el mundo sabe, más o menos; aunque sólo sea porque lo ha oido alguna vez. Pues el 25 de diciembre mucha gente celebra aquel acontecimiento, que además resulta ser un fundamento en sus vidas y les acompaña siempre.
Y si sabemos esto es porque está escrito en el evangelio, que cuenta lo ocurrido.
Pero hay al parecer una leyenda...,una leyenda no muy conocida, que cuenta que además del buey y del asno había por allí una camada de gatos. Casualmente, una gata había alumbrado un puñado de gatos en aquel establo unos días antes.
Y ocurrió que aquellos gatos, debido a su proverbial curiosidad, fueron también testigos del nacimiento del niño Jesús. (como puede verse en dibujo nº 39 titulado "Natividad")
De forma discreta, sin meter ningún ruido, estuvieron contemplando un rato aquella escena única. Hasta que el frío de la noche hizo que volvieran a su refugio con su madre, y del que apenas se habían alejado desde su propio nacimiento.
Pero uno de ellos, el más pequeño de tamaño, y que había salido el último del vientre de su madre, hizo algo inesperado, distinto al resto de sus hermanos.
En lugar de volver a la seguridad del refugio con los demás, lo que hizo fue buscar la manera para llegar a donde se encontraba aquel niño recién nacido.
De forma que llevado por la intrepidez propia de la vida recién estrenada y de su instinto, al cabo de unos minutos se halló que estaba muy cerca aquella cesta en que a modo de cuna descansaba el niño Jesús.
Entonces, dio unos pasos más y fue a situarse junto a la cuna, o para ser más precisos justo debajo. Allí, se tumbó sobre un puñado de paja que había esparcida y dejó pasar el tiempo.
Entre que era de noche y por tanto estaba bastante oscuro, y lo pequeño que era, el gatillo pasó inadvertido para todos. Lo cuál es lógico; pues, ¿quién habría reparado en un insignificante gato anónimo en tales momentos? Nadie, por supuesto; nadie ... excepto Jesús, que naturalmente sí se había dado cuenta de todo y que ya había decidido reservar una sorpresa para él.
El gatito por su parte encontró aquel escondrijo extraordinariamente cálido y confortable, sin comparación posible con el refugio que habitaba con los suyos ("y que cualquier otro refugio en el mundo", debió pensar). Y el niño Jesús, por su parte, lo cierto es que "curiosamente", también se sintió igual durante el resto de la noche.
Al cabo de unas horas ya estaba amaneciendo. Nuestro gato, despertándose, - aunque un poco a regañadientes- se dispuso a abandonar el huequecito bajo la cuna donde había estado tan ricamente. El gatito daba ya los primeros pasos camino de casa cuando el niño Jesús le hizo una seña y aquél se detuvo. Ambos quedaron entonces mirándose a los ojos unos instantes, sin parpadear.
Entonces Jesús -con la mirada- le dijo :
- Gatito, gatito, tu gesto te ha hecho grande, pues me has dado tu calor en esta noche fría. De hoy en adelante tú serás Lucas y tienes una misión.
Cuando el gato alcanzó por fin el refugio donde le aguardaban los suyos, le notaron algo raro, como si desprendiera un resplandor o algo así. El gato, cuyo color era incierto (más que nada porque aquel lugar recóndito estaba a medio oscuras) lucía además un color blanco deslumbrante, tal que parecía incluso desprender destellos de luz.
Lo cual no podía resultar extraño, pues el Niño-Dios le acababa de decir hacía un rato que en adelante sería (se llamaría) Lucas. Es decir : Loukas, o Leukos, que en griego quiere decir en concreto "blanco", y en un sentido más elevado : "el luminoso, el portador de la luz". Lo de que el nombre sonara en griego es natural porque dicha lengua era entonces (junto con el latín) la lengua internacional por antonomasia. Es decir, la lengua en que todo el mundo -cualquiera que fuese su procedencia- se entendía y escribía (como el propio evangelio, e incluso esta leyenda, que originariamente fueron puestos por escrito en griego).
Adoptando y adaptando el nombre al alfabeto latino de los romanos, el latín sonaba y escribía "Lucas"; sin perder, naturalmente, su significación original. Pues Lucas, era Lucs, Lux ..., o sea "luz". Seguía siendo pues "la luz".
(La otra palabra latina, "lumen, luminis", no estorba a lo dicho hasta aquí, sino que además enriquece el concepto).
En cuanto a nuestro gatito Lucas, nadie supo más de aquel primer gato Lucas; pero la leyenda concluye diciendo que desde entonces siempre hay gatos Lucas por ahí cumpliendo con la misión que el niño Jesús de Belén le encomendó al primero : es decir ser luz o llevar la la luz allí donde acechen las Tinieblas.
(Nota : En principio resulta curioso (y llamativo) el hecho de que sólo uno de los Cuatro Evangelistas recoja el nacimiento de Jesucristo en su evangelio, y que casualmente ese evangelista fuera precisamente Lucas (y no Marcos, ni Mateo, ni Juan).
Claro que ... bien pudiera ser que para el Creador las casualidades no existan)
FIN
JLP Madrid 21 diciembre 2011
¡FELIZ NAVIDAD!
Llevo impresa la luz fría de una mañana de marzo en la alta tierra castellana. He aquí una manera adecuada para un artista de decir que nací en un pueblo soriano, hace ya, ¡ uy, bastantes años !
Sin embargo, es poco lo que permanecí allí y los avatares de la vida me han depositado en Madrid, de donde también soy y ya para siempre.
No tengo formación especial, o mejor dicho, académicamente seguida. Unas temporadas con un pintor madrileño, un paso por la Escuela de dibujo ...
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