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El gato Valentín momentos antes de que comience esta historia :
...por qué no!
Otro día lo mismo, \"Ma\" no quería que su pequeño se alejara tanto de casa. Cuando le contó que iba al farallón, a \"Ma\" se le pusieron los bigotes de punta. \"¿Y si su pequeño se caía al río? ¿Y si lo aplastaba un camión al cruzar la carretera, como le pasó a \"Pa\"? ... \"¡El tonto de \"Pa\"!, que se distrajo aquella noche con una hormiga cuando volvían de ver la colonia de chalets nuevos\". Pues bien, ahora viuda, no le importaba seguir en su barrio pobre de toda la vida. Al menos hasta que los chicos crecieran un poco. \"Luego ya se verá ...\" concluía siempre. \"Aunque ese pequeño ...\",p-fá!, le daba que no sentaría nunca la cabeza;¡ lo mismo que \"Pa\"!
Ajeno a estas preocupaciones, su pequeño explorador continuaba entretanto con sus escapadas.
Una tarde que el cierzo soplaba en serio, un latigazo seco arrancó al animalejo de su atalaya. ¡Como si fuera una pluma! \"¡Miauuuuuuuuuuuuu!\", y el minino se fue de cabeza al río. \"¡No se nadar!\", se acordó mientras caía. Y a continuación todo quedó como a oscuras.
De manera que no se dio cuenta de la oportuna mano juvenil que lo sacó de allí. Aquel chaval extranjero buscaba mariposas aquella tarde y lo vio caer. Le salvó la vida.
Cuando volvió la luz el gatito aun tiritaba. Debía ser de miedo, porque estaba seco y un platillo de leche humeaba delante de su naríz. Se incorporó y bebió. Unos dedos de niña le acariciaron. Sonrió, bebió de nuevo y se volvió dormir, feliz.
Tuvo un sueño muy raro. Se veía a sí mismo deslizándose por el aire. Cruzaba un río mucho, muuuuuuuuucho más ancho que aquel al que había caido. Era estupendo, desde luego, volar sin esfuerzo. Lo único, que tenía un ruido metido en la cabeza todo el tiempo, lo mismo que si tuviera un moscardón dentro, así : ¡booooooooooooooooo ...! No había manera de hacerlo callar.
Al día siguiente, cuando se volvió a despertar, comprobó cómo el platillo, puntual, humeaba alegremente a su lado. Se desperezó y sonrió a la niña negra que le rascaba las paletillas. \"¡Vaya, ha cambiado de color\", pensó. Y se puso a desayunar sin darle más vueltas a la novedad. Pero, al cabo de un rato se sintió asustado, \"¡Ostras, que voy a llegar tarde a casa, \"Ma\" me va a matar\"!
Ya buscaba por dónde salir de aquella habitación cuando la niña se acercó de nuevo y dijo. - Venga, Valentino, que nos vamos. Y a continuacion lo cogió. Él, otra vez, se dejó hacer.
Porque aquella gente era tan dulce. \"¡Como su leche!\", pensaba. ¿Y qué aventurero puede resistirse a una vacaciones tan estupendas? Cierto que en las calles de aquel barrio el viento rugía tanto que le daba miedo. Incluso cuando lo escuchaba cómodamente instalado tras la ventana.
Cuando se escapó de la casa de la niña rubia acabó perdido en una calle desconocida de aquella zona.
Al cabo de un tiempo tenía tanta hambre y tanto frío que pensó que iba a apagarse la luz de nuevo. Estaba nevando; y ya casi lo cubría la nieve cuando una mujer negra lo había alzado del suelo. Estaba medio muerto, pero cuando le llegó el olor de aquella hembra le gustó. El bicho revivió.
Sí, le agradaba aquella otra gente. Eran suaves. Sólo se sobresaltó con ellos la noche en que la mujer lo trajo a casa.
--- oh honey, qué bonito, dijo el hombre cuando lo vió ... -sin embargo no podemos tenerlo en casa, estás embarazada y ... A lo que la mujer, cortándole con suave firmeza le dijo : -Sí, \"hon\", ¡podemos! Y entretanto el gato se quedó dormido, sin el menor temor. Y como era el día de los enamorados la pareja decidíó ponerle el nombre de \"Valentino\", que es Valentín en español, y que a lo mejor tiene algo que ver con \"pequeño y valiente\".
Había días en que al despertar de una siesta pensaba que tenía que volver enseguida con \"Ma\". \"Un rato más y me voy\", se decía. Pero entre otras cosas, la nueva casa de aquella familia, ¡le gustaba tanto! Tumbado sobre la hierba del prado la veía espléndida. ¡Tan blanca!, y con aquella balconada con columnas y todo. Y por dentro estaba llena de pasillos por donde correr y hacer derrapes. ¡Pero si hasta le gustaba pasar el tiempo al lado del hombre en su despacho! Sentado a la mesa, su amigo escribía y hablaba por teléfono durante horas y horas. También recibían visitas a menudo.
Un día llegó al despacho un hombre raro. Aunque Valentino no tenía ganas ese día de visitas, comprendió , por la mirada de su amigo, que había que esmerarse. El visitante aquel tenía un bellos ojos : diamantinos, muy abiertos y muy fijos. Sin embargo resultaban extraños, tenían algo inquietante. Tan claros y no obstante tan poco transparentes. Es como si ocultaran algo turbio, difícilmente definible. Valentino y el hombre se miraron un momento. El hombre alto, casi tanto como su amigo, hizo un gesto a Valentino era que abandonara la silla. ¡Su silla! Entonces Valentino bufó y el otro retiró la mano con increible rapidez, como movida por un resorte.
Afortunadamente el encuentro no fue muy largo. El hombre del traje gris impecable movía mucho las manos al hablar y miraba fijamente al otro, que callaba. Valentino veía que cuando su amigo decía algo, el otro miraba a una mujer sentada a su lado. Esta parecía susurrarle algo al oido, entonces el forastero, al cabo de un instante, asentía entusiasmado con la cabeza y empezaba otra vez su retahíla. El caso es que los sonidos que éste emitía a Valentino le resultaban familiares. \"Vivirá en mi barrio\", pensó. Y eso le recordó que ya empezaba a ser hora de volver.
Al fin, el hombre gris se levantó para irse. Entonces los dos hombres estrecharon sus manos, gesto que mantuvieron unos instantes. Alguien tomó unas fotos : ¡flash, flash ... flash!, lo que cegó a Valentino por un momento. A continuación, antes de salir de la estancia, el hombre gris, sonriendo, se giró inesperadamente y acertó a tocarle en el lomo con la punta de los dedos. Valentino comprendió la buena intención de aquél y esta vez no bufó. Aunque, vaya Ud. a saber por qué -sin duda casualidad- al gato se le escapó un pedo; sordo, si bien oloroso, muy oloroso. El hombre gris, cogido por sorpresa, puso entonces una cara indescriptible. Sus ojos se desorbitaron - se abrieron un poco más de lo habitual en él -, y sus pupilas se hicieron dos alfileres iracundas, llenas de intención. Su bonita sonrisa se había convertido en una mueca amenazadora. Pero no hizo ni dijo nada.
Cuando aquella noche el avión despegó rumbo a Europa, el hombre gris canturreaba. Estaba contento. Aquella foto que se había hecho con su colega tenía mucho valor. \"Incluso aunque saliese aquel miserable gato\" -pensaba-. \"Será un líder, pero tener un gato en el Despacho ..., ¡qué memezzzz, la verdazzzz, que mem...!\"- continuaba-.
-¡Adela! -se interrumpió de repente-; necesitamos un gato.
La secretaria quedó un momento en suspenso, ??? ...
- Tome nota, quiero un gato para mañana ..., a primera hora, ¡ como sea !
- ¿ Un ... -negro, que sea negro - , zanjó tajante el otro sin esperar a escuchar ninguna hipotética respuesta. Y dicho lo cual, volvió a sumirse en su enigmático silencio. \"Si, aquello le daría un aire más entrañable, más humano si cabe, de hombre cercano, sensible - pensó-. Su amigo era bien listo, ¿cómo no se le habría ocurrido antes a él?\". Ya se veía largando una de esas alocuciones a la audiencia, como la de vacaciones de invierno (como las llamaba él). La chimenea detrás, él relajado en su butaca, rascando dulcemente el lomo del animal. Y su voz; llenándolo todo.
Cuando llegó al final del pensamiento le entró un dulce sopor. Al cabo bostezó y canturreando se durmió. \"¡Lere, lere leireeeee! lere, lere, lei ...uaaaaah ...leireeeee!\"; ¡uaaaah!
Aquella misma noche el veterinario sólo pudo certificar la defunción de Valentino. Lloraban las niñas morenas, lloraba su madre, y hasta el perro gemía apesadumbrado. Se les había ido de golpe, después de tantos años; sin avisar. El padre callaba, pensativo. \"No había podido evitar que su visitante acariciara a Valentino; ¡se decían de ese hombre unas cosas ...! De prontó se encontró observando su propia mano, alzada en la penumbra. Tras un instante de vacilación sacudió la cabeza como para desechar una idea absurda.
A continuación salió y, un tanto abatido, se dirigió a su despacho.
Valentino/Valentín no sabía que estaba muerto. En realidad estaba asombrado. De pronto se vio andando por un camino blando, como de algodón. Al cabo de un rato divisó a su madre, \"Ma\", y a los nanos. \"Ma\" parecía esperarle. Y también \"Pa\" con ella. \"Ma\" sonreía como nunca la había visto sonreir. Bueno, sonreían los dos, \"Ma\" y \"Pa\". \"¡Qué raro -pensó- será que hoy no llego tarde a cenar!\"
JLP Madrid 2010
Llevo impresa la luz fría de una mañana de marzo en la alta tierra castellana. He aquí una manera adecuada para un artista de decir que nací en un pueblo soriano, hace ya, ¡ uy, bastantes años !
Sin embargo, es poco lo que permanecí allí y los avatares de la vida me han depositado en Madrid, de donde también soy y ya para siempre.
No tengo formación especial, o mejor dicho, académicamente seguida. Unas temporadas con un pintor madrileño, un paso por la Escuela de dibujo ...
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