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Acrílico sobre lienzo. 100x70cm.
Luego de cientos de vidas vagando en la penumbra, penando por la pérdida de su otro yo, Orfeo comienza a despertar, a recordar el camino de vuelta a su origen. Se embarca en la aventura de recuperar a su amada y de recobrar el poder infinito y sutil de su música, con la cual podía encantar y transformar a todo lo que lo circundaba.
Este cuadro sintetiza el relato de la victoria de Orfeo, y la posibilidad de todos los seres humanos, seres caídos, que hemos olvidado nuestro origen, de reintegrarnos y convertirnos en los artistas de nuestra propia vida.
Detalles simbólicos
El mito de Orfeo representa la caída del género humano y la pérdida de su otra mitad, su alma. Orfeo, su parte activa/masculina, su personalidad, suele estar simbolizada por la luna. Eurídice, su parte pasiva/femenina, la que aún yace en las penumbras, puede ser representada como el sol, el espíritu, o la rosa que yace en el corazón.
La lira tiene la forma de la corona de la diosa egipcia Isis, donde Luna y Sol, personalidad y alma, Orfeo y Eurídice, se encuentran estrechamente unidos y alineados, vibrando en felicidad y armonía con el universo.
Gracias a esa unión surgen las doces cuerdas, cada una vibrando con un rayo sagrado, dominando cada atributo divino por medio de su música celestial.
La lira emerge de la cruz de los cuatro elementos (fuego/rojo, aire/amarillo, agua/azul, tierra/verde), a partir de ellos resucita y los domina, nada en este plano puede ya escapar a la influencia de su esplendorosa melodía.
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