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Una orgia de resortes se entrega a las garras del placer en mi vereda, como lo hacen los angelitos pajeadores arriba de la cabeza de ese tipo que tocaba el bandoneon, interrumpido por la vendedora que le queria afeitar la chota, siendo despedida por el Sr. músico de un buen pijazo, dejandola colgada del techo, para que los cupidos le practiquen sexo oral y le chupen los dedos. Basado en un hecho real.
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