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- ¿Un cuadro para tu dormitorio ? ... preguntó el dibujador.
-Sí, dijo la clienta.
De forma automática las imágenes se apresuraron hacia el ojo de la mente. Eran, son, esas imágenes que el artista de inmediato empezaría a barajar para el dormitorio de una mujer.
Debe el dibujador deciros que el encargo llegó al cabo de cierto tiempo de haber conocido a la clienta. Aunque bien es verdad que apenas la conocía de verdad. Y por eso, se dio cuenta esa tarde de que no sabía con quién estaba tratando.
- Ajá, así que quieres un cuadro de esos con nubes, puestas de sol, tal vez un puñado de constelaciones, para vagar antes de quedarte dormida, o ...
- Quiero un cuadro abstracto, dijo ella sin dejarle acabar.
Su voz, que incluso a través del teléfono, tenía el poder de una catarata de hielo hundiéndose en una sima ,,, quedó suspendida un instante, como gravitando, antes de volver a recoger el aliento o dejarlo hundirse del todo. Parecía esperar la respuesta o mejor la reacción del dibujador. A través de la línea se adivinaba un cierto regodeo, pero también algo así como una urgencia, una espera ansiosa y tensa. Aquello le pareció al dibujador de inmediato una constante en la vida de aquella mujer.
Y entonces, humilde, pero con el atrevimiento de una cierta confianza ya adquirida, replicó : ¿Abstracto? ... hmmm,
- Sí va bien con como yo me veo en este momento de mi vida.
- "Abstracto", repitió el dibujador, o sea ... "confuso", quieres decir ...
Y desde lejos llegó su risa ... - Bueno, ejem, qué bien pareces conocer a la gente ... acertó a decir entre sus carcajadas únicas (cosa de la que ella era consciente, como se iría viendo más adelante).
Pero el dibujador sabía que no pintaría un cuadro abstracto. Sí supo en cambio desde el primer instante que iba a pintar algo distinto a lo que el entendía por "su pintura". Sería un "ni tuya ni mía", pero al mismo tiempo una puerta, o mejor la tapa de una caja que nunca debiera abrirse del todo. Como la de aquella famosa caja de Pandora...Pero el dibujador decidió en ese instante que la abriría ...
Llevo impresa la luz fría de una mañana de marzo en la alta tierra castellana. He aquí una manera adecuada para un artista de decir que nací en un pueblo soriano, hace ya, ¡ uy, bastantes años !
Sin embargo, es poco lo que permanecí allí y los avatares de la vida me han depositado en Madrid, de donde también soy y ya para siempre.
No tengo formación especial, o mejor dicho, académicamente seguida. Unas temporadas con un pintor madrileño, un paso por la Escuela de dibujo ...
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