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Fuimos un grupo de amigos a pintar a la playa, pero hacía un día de mucho calor y empezaba a resultar muy agobiante. A esto se sumaba el gran viento que hacía, que me tiraba el caballete constantemente. Pero quise seguir intentándolo, así que puse el caballete en horizontal y apoyado en las rocas. De este modo, ya más relajada por no soportar la tensión del viento se me vino a la mente una imagen de cuando sobrevolé hace unos años la isla de Fomentera en una avioneta. Entre esta imagen recordada unida a la que estaba viviendo en ese momento, se creó una nueva imagen, como si las barquitas que en realidad estaba viendo volaran, ya que las aguas eran tan transparentes que desde el aire solo se veían las barcas y sus sombras. Con esta idea y casi sin darme cuenta surgió este cuadro pintado del natural pero de las sobras del recuerdo.
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