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En la obra “Despedida de Calipso” he tratado de interpretar uno de los pasajes más bellos de la Odisea: Tras ofrecer la inmortalidad a Odiseo si no le abandona, la ninfa Calipso, despide a su amante cantando sus más bellas canciones hasta que le pierde de vista.
Ella murió de tristeza tras de su partida.
La escultura representa una figura mayoritariamente femenina consumiéndose en una pose ondulante a semejanza del mar que la rodea y acompaña en su dulce melancólica extinción.
La mano derecha se ha transformado en un simbólico pañuelo, mientras que la izquierda se ha difuminado en un generoso acto de abandono.
El abdomen sin embargo ha adquirido el protagonismo que le otorgan el amor y el dolor, mientras que el sexo indeterminado engloba a los dos protagonistas de la historia demostrando que la modelo no es Calipso, si no la Despedida.
Fundición a la cera perdida, esmalte al fuego.
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