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El sol me nombra hija
cuando el atardecer se hace recodo
de mis ganas creativas,
de mis silencios uniformes.
En los dorados el cielo me respira
el amor de ancestros añorados.
Soy hija también del cielo,
de la tierra y el agua coloridos.
Mis ganas crativas se recrean,
late al viento mi alegría,
de sentirme nueva y despierta,
despierta y viva,
de sentirme nueva y libre,
hija de lo divino.
QUE NUESTRO CORAZÓN DE ARTISTA y nuestro hermoso compartir; aunque a menudo con distancia, nos permita la gracia de sentirnos libres en la expresión de nuestras más intensas emociones.
Y QUE POR SIEMPRE EL ARTE BROTE DE LA DIVINIDAD QUE NOS ALBERGA, porque la felicidad se hace parte del camino cuando el amor brota creciente, sentirnos hijos de lo divino es la oportunidad que nos abre a ello y a las bellezas más variadas de la vida.
Un gran abrazo a todos mis queridos amigos artelistas.
Bettina
De niña crecí en contacto con la naturaleza, la exploración y la libertad eran los motores de mi inspiración. Como todo niño aprendí jugando, soñando y afortunadamente riendo y ensuciándome con arena y tierra. El agua me hablaba, aún hoy lo hace. Mi primer amor fue la naturaleza, ella me ha contenido en mis desahogos y en mis inquietudes ha dado respuesta, le ha dado expresión a mi alma y luz a mis sentidos.
Hoy no soy una artista profesional, más bien me aboco día a día a la salud...
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