Hacía tiempo que no veía a Antonio. Un café y un abrazo sincero. Tiene prisa, acaba de dejar a su hijo en el tren y las despedidas... Camina hacia el coche y le alcanzo. Le pregunto ¿Cuanto hace que no te regalan algo? Me mira sorprendido y sonríe. Espera, tengo ahí en el coche una escultura, te la regalo...
Le gusta y me lo agradece. Yo le doy las gracias por aceptar mi regalo. Esta escultura estaba abandonada, sin montar, en un rincón y llena de polvo, alguno de mis muchos fracasos. La tomé con cariño y la monté, sin saber para qué. Estaba esperando a mi encuentro con Antonio, así de simple.
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