Mario Patiño pervierte el paradigma de mujer-virgen y lo transforma en el de puta-santa, híbrido presente en la fantasía erótica masculina. En muchas de las escenas sexuales representadas por el artista, esta puta-santa asume una posición de poder sobre la figura masculina, en lo que parece una revancha a la que el hombre se entrega, ya despojado de la fuerza moral que le otorga la cultura y de la fuerza física que da la naturaleza. Esa es la manera simbólica en que Patiño subvierte el