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Los chichimecas como el resto de las sociedades prehispánicas, tenían una concepción del mundo en la que integraban sus nociones sobre el medio ambiente y sobre el cosmos, en le que situaban la vida del hombre. Esta cosmovisión se expresaba en rituales diversos, de los cuales la pintura rupestre es uno de los pocos vestigios materiales con que contamos para su conocimiento.
Los lugares donde encontramos ahora pinturas rupestres, poseían una significación especial. Es probable que muchos de ellos fueran sitios sagrados, de acuerdo con una concepción que otorgaría a los cerros y montañas la posibilidad de atraer y contener agua, todo ello asociado a rituales de fertilidad humana, animal y vegetal.
De esta manera, muchas pinturas rupestres y petrograbados se relacionaban con rituales de iniciación y paso de la pubertad a la edad adulta, tanto masculina como femenina, así como de propiciación para la caza y para asegurar la provisión de alimentos. Otros podían estar relacionados con rituales chamánicos de curación, e incluso se han observado cuentas numéricas y astronómicas relacionadas con el ciclo sinódico de la luna, sin descartar otras posiblididades de significación, como el registro de acontecimientos históricos o de marcas para delimitar territorios
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