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…su embarazo no la podría llevar más lejos, se acercó ya muy débil y se sentó junto al tronco del árbol que siempre la hacía soñar, quizás a esperar su fin, -deseaba en un sueño salvar a su hijo- sonrió. Y callendose la última hoja de su esperanza, supo que sólo era un sueño.
El árbol percibió la angustia de la mujer por que nazca su criatura. Ella no sabía que él era el padre, que en un sueño él la había fecundado. Fue así que el árbol comenzó a transmutarla en él, la fué convirtiéndo en parte de sus raices; absorbía su amor y su último y débil resto de vida. Tenía que salvar a su creación, la unión del amor del hombre y la naturaleza…
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