Dos canciones se abrazaron una noche: sus notas se hicieron colores, sus
voces mutaron a tersas como pieles, las letras se aturdían en reflejos
lagrimales. Cuerdas y tendones, tambores y pechos, vientos y cabelleras.
Dispuestos a amarse olvidando que eran canciones, me dejaron que los
pintara.
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