Ande, buen hombre, deme usted ese caprichillo, no vale más que un reaaaaal.
Si es que a mis esculturas las tengo mu mal enseñás; me hacen dar más vueltas que un tonto. ¿Qué pintamos a las once de la mañana una escultura de plomo y yo subiendo al Santuario del Puerto? Al santuario se va a rezar y no a poner patochás mirando al tendío...
A mi no me ha traído nunca.
Pues ya estamos aquí...
Podía usted llamar a un fraile para que me echara la bendición...
¡Lo que me faltaba! tener que llamar a un frailoe y viera un cacho de plomo que parece algo, pero no lo es,
¡Queda inaugurado este monumento! A lo laico que es la normativa actual ¡Chitón!
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