Información de la obra original

  • País: Argentina
  • Categoría: Fotografía
  • Temática: Retrato
  • Técnica y soportes: Color (Digital)
  • Medidas: 15.75 x 11.81 in
  • En Artelista desde:
  • Etiquetas: andina, peregrinos, salta, festividad

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Descripción de la obra

SEÑOR Y VIRGEN DEL MILAGRO – Ciudad de SALTA, provincia de Salta, república Argentina.
Según lo afirma nuestra tradición, por el testimonio de ilustrados y cristianos sacerdotes y caballeros, el celoso obispo Victoria que bendijo la fundación de esta ciudad de Salta, envió como recuerdo suyo este Santo Cristo, antes de morir, desde España, para que permaneciera en su iglesia parroquial y matriz, como testimonio de su propia bendición y de las bendiciones de Dios.
Desde el puerto del Callao (Perú) se divisaron en junio de 1592 dos cajones flotando sobre las aguas. Traído a tierra se observó en uno de ellos la siguiente inscripción marcada a fuego: “Una Virgen del Rosario para el Convento de Predicadores de la Ciudad de Córdoba”. En el otro había esta leyenda: “Un Cristo Crucificado para la Iglesia Matriz de la Ciudad de Salta”. Se había dejado constancia en ambos cajones que las imágenes las remitía el Obispo del Tucumán don Francisco de Victoria.
Llamando la atención a las autoridades de Lima esta forma de llegada extraordinaria, dispusieron que fuera trasladado a Salta; y conociendo los salteños de entonces el regalo que se les enviaba, salieron desde Salta en piadosa caravana varios caballeros y vecinos a recibirlo en el camino.
Según esta tradición, llegaron los viajeros con el Santo Cristo, en septiembre de 1592, y lo colocaron en el templo parroquial. Los primeros salteños recibieron la imagen del Santo Cristo con agradecimiento en el corazón; y considerándolo una hermosa obra de arte, lo colocaron en el altar de las Ánimas, para que allí recibiera culto de los fieles.
Pero con el tiempo se olvidaron de darle culto especial, si bien recordaban siempre su origen prodigioso; y pasaron muchos años, quizá ciento, mientras iban dolorosamente conquistando y cultivando la tierra.
El 13 de septiembre de 1692, como a las diez de la mañana, inesperadamente, la tierra empezó a temblar y moverse como enloquecida.
La gente, presa de espanto, huyeron de sus viviendas, para no morir bajo los escombros y corrieron a reunirse en el espacio libre de la plaza pública, frente al templo.
Aquí fueron los clamores a Dios y a la Santísima Virgen, para que salvaran a la cuidad de su ruina y a ellos de la muerte.
Los temblores siguieron repitiéndose, y eran tan violentos, que hacían tocar solas las campanas de las torres y agrietaban la corteza de la tierra.
Los sacerdotes iniciaron la predicación de la penitencia por los pecados cometidos, comprendiendo que así lo quería el Señor.
El pueblo acudía contrito al templo, en cuyo atrio se había levantado un altar, y sobre él colocado la imagen de de la Virgen Inmaculada.
Pero los terremotos no cesaban, y el clamor del pueblo iba en aumento.
El Santo Cristo fue sacado del altar de las Ánimas y colocado en el atrio junto a la Santísima Virgen.
Entonces, en el convento de los Jesuitas, el padre Carrión, virtuoso religioso, oyó una voz que decía: “No cesarán los temblores hasta que sea sacado aquel Soberano Señor que tienen olvidado, para darle culto y veneración públicamente”.
Ante esta manifestación divina el padre Carrión corrió en busca del Soberano Señor, y al llegar, encontró a la imagen de la Virgen, a los pié del Señor cambiando de colores su amable rostro, en señal de súplica, dolor y esperanza.
Y allí el padre Carrión, lleno de grande emoción y en medio de ardientes lágrimas, comunicó al pueblo lo que había oído y visto.
La gente, entonces, dirigieron sus clamores y súplicas también al Santo Cristo, pidiendo misericordia y clemencia.
Cuando cesaron los terremotos, toda la ciudad con sus con sus autoridades civiles y religiosas resolvieron recordar estas misericordias del Señor y de la Virgen del Milagro, todos los años, con una novena de penitencia como la primera.
Jamás se abandonó esta práctica, y las generaciones de salteños fueron fieles en su propósito.
Así también fueron abundantes las bendiciones de Dios sobre este pueblo venturoso.
Cuando en octubre de 1844 un nuevo terremoto asoló estas regiones, Salta fue preservada de la ruina, y últimamente, en el de agosto de 1948, recibió igual gracia de Dios.
Por eso, entre nosotros agradecidos y el Señor y la Virgen del Milagro complacidos, se ha establecido el pacto de amor y de fidelidad, cuyos vínculos se estrechan cada año más y más.

Información del artista

Nací en la ciudad de Salta en la República Argentina, ciudad que se ha caracterizado desde antaño por contener una extensa gama de artistas, y una riqueza natural que inspira en cualquier época del año a todo fotógrafo, pintor o artista en general, a amalgamarse tanto con la naturaleza como con el arte netamente colonial. Aunque de formación autodidacta, desde mi temprana juventud me inicié en esta disciplina de la mano de mis padres (ambos grandes amantes de la pintura, la poesía y mi padre...

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