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Y caeré sobre los brazos de Morfeo,
aprendí de la Diosa
en momentos que Bach
me deleitaba con Pasión Según San Mateo.
Momentos que dejarías pasar,
si oyeses,
instantes donde el tiempo pararías,
si escuchases,
tiempo que el autor perdió,
para que sientas.
Sentir como el humo asciende
a la luz de la lámpara que ayuda a ver.
Sube erguido, veloz,
semitransparente pinta formas en el aire
que desaparecen al chocar con la bombilla.
A Bach le gustaba eso,
sentir las notas unas tras otras,
al unísono, a contratiempo,
dando vértigo a su concierto
para violín en Fa mayor.
Saborear el Alegro Vivace,
en estado donde
las puertas de la Inopia
dan el bienaventurado paseo
en un mundo que sólo conoces tú.
Es una droga,
palabra tabú para algunos,
la música abierta a los sentidos,
para todos.
No importa si no oyes.
Espero quedarme sordo
para captar el lado insonoro,
y con los dedos
arañar las vibraciones
de aquello que por instinto
haces nada más nacer.
Es tarde,
acuesta tu consciente,
en sueños aflorará tu sombra
y te cantará una dulce melodía.
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