Esta vez, el caballero de la triste figura, no se enfrenta a grandes gigantes de largos brazos.
Sus nuevos fantasmas escupen fuego y amargura por sus enormes bocas y tienen orejas descomunales.
Ante semejante panorama, Don Quijote desnudo, enmudecido y derrotado, cabalga hacia una batalla ya perdida de antemano.
Aun así, el cielo nos regala un rayo de luz.
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