© Todos los derechos reservados
Consumó de besos,carisias. Nos sentímos amados como nunca y por nadie.
Eramos enredareras en íntima penúmbra.
Un amor forjándose en un prado silente.
Mojamos las terrazas de todos los aromas.
Eramos yedras deseosas anudadas.
Nos besamos a través de todos los vestigios.
Nos amamos más allá de las sombras.
y nos entregamos hasta tocar el vértigo.
Te amé, te amé, me amaste como a nadie en la vida.
Fuímos imprescindibles, insaciables, profanos.
Los amantes perfectos encima de la dicha.
Eramos ríos consecuentes que fluían al unísono:
El amor equilibrado, elocuente y tenaz.
Dos cuerpos reencontrados de la Gruta de los Siglos.
Dos seres acoplados amándose a deshora
entre yerbas cansadas y vinos pudorosos.
Ver más información de ayelen evangelina ponce cativa