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El compositor y pianista Frédéric Chopin y la escritora Amandine Aurore Lucile Dupin, baronesa Dudevant, y más conocida por su pseudónimo masculino, George Sand, formaban pareja allá por 1836 ---.--- Al aproximarse el invierno de 1838, la frágil salud del pianista se había resentido, y su médico le aconsejó que buscase un clima más benigno en algún lugar donde poder recuperarse. Alguien les sugirió entonces la isla de Mallorca. De manera que, dejando atrás las frías brumas de París, la pareja marchó a la isla, acompañados de los dos hijos de ella. ---.---No tuvieron suerte en su elección, pues en lugar de un sol amable, brillando en su cielo impoluto, aquel invierno fue particularmente lluvioso y húmedo en la isla. De tal manera que el estado físico del compositor no hizo sino empeorar .---Tras una serie de vicisitudes, la pareja alguiló una celda en el monasterio de la Cartuja de Valldemossa (donde ya no había monjes), la cual habitaron desde el 15 de diciembre de 1838 hasta el 12 de febrero de 1839. --- A pesar de las circunstancias adversas, tanto ella como él no dejaron de trabajar. Y así, mientras ella terminaba su novela por entregas "Spiridión", él, pese al tormento de la enfermedad (que resultó ser tuberculosis) compuso varios preludios, trazó la segunda balada en fa mayor, opus 38, el Tercer scherzo, opus 39, dos polonesas, una mazurca, y quizá pensó los dos Nocturnos, opus 37, y una sonata (¡Y eso que estaba enfermo!).---.--- El dibujador conocía esta historia (sobre todo por una película que había visto en la televisión), y en la Semana Santa de 1977 tuvo la oportunidad de visitar aquella misma Cartuja y, dentro de ella, la celda número 4, donde se había alojado aquella pareja tantos años antes. No le quedó, al correr el tiempo, al dibujador más que un recuerdo nebuloso de aquella visita, en el que destacaba la visión de un pequeño piano (que con el tiempo resultó no ser el original Pleyel en que el compositor había trabajado), y la contemplación desde una galería del edificio de un amplio valle cuajado de almendros en flor. Estaba el dibujador por aquel entonces más interesado por sus primeras andaduras sentimentales, para lo que Mallorca se dibujaba - para él también- como un marco perfecto. Sin embargo su ingenuidad era más grande que su descaro, y su aventura quedó en algo que pudo suceder, pero que finalmente no resultó; fue tan solo eso : una ensoñación. ---.---JLP Madrid 21 octubre2015
Llevo impresa la luz fría de una mañana de marzo en la alta tierra castellana. He aquí una manera adecuada para un artista de decir que nací en un pueblo soriano, hace ya, ¡ uy, bastantes años !
Sin embargo, es poco lo que permanecí allí y los avatares de la vida me han depositado en Madrid, de donde también soy y ya para siempre.
No tengo formación especial, o mejor dicho, académicamente seguida. Unas temporadas con un pintor madrileño, un paso por la Escuela de dibujo ...
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