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- ¡Oh, mis pobrecitos pies! ¡Me pregunto quién os pondrá ahora vuestros zapatos y vuestros calcetines! ¡Seguro que yo no podré hacerlo! Voy a estar demasiado lejos para ocuparme personalmente de vosotros. tendréis que arreglároslas como podáis... Pero voy a tener que ser amable con ellos - pensó Alicia -, ¡o a lo mejor no querrán llevarme en la dirección en que yo quiera ir! Veamos... les regalaré un par de zapatos nuevos todas las Navidades.Tendrán que ir por correo. ¡Y qué gracioso será esto de mandarse regalos a los propios pies! ¡Y qué chocante va a resultar la dirección!
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