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Represión en su máximo exponente. Canogar alcanza en “El castigo” uno de sus mejores niveles de calidad técnica, compositiva y de la crítica social que le caracteriza en este período.
Son tiempos de inestabilidad política en el régimen franquista. La era del dictador se acerca a su fin. Ante su aparente debilidad los deseos de alcanzar la soñada libertad de pensamiento y acción se acrecientan. Voces discrepantes se alzan cada vez con mayor fuerza para denunciar una situación insostenible prolongada durante excesivo tiempo. Sin embargo “El castigo” es una denuncia amarga y directa contra la brutal represión que aún prevalece. La policía es el instrumento a través del cual la larga mano del autoritarismo golpea con fuerza a la población insumisa. La dramática diagonal barroca propia de las más dinámicas composiciones de Rubens realza el grito de dolor de una víctima aplastada contra el duro asfalto.
Luz y oscuridad a través del color estructuran la concepción maniquea de dos mundos opuestos sin aparente reconciliación. La víctima sale hacia el amarillo, campo de la inocencia. El agresor proviene de la negrura, terrible opresión.Esta litografía es una verdadera instantánea periodística de denuncia social.
Incluso el propio formato de la pieza con un marco blanco que rodea la escena principal trata de advertirnos de la inmediatez de la imagen. Recuerdos de Polaroid. Y por supuesto la temática elegida. Sin embargo Canogar va más allá. Sus figuras carecen de identificación precisa. Los rostros quedan anulados. Toda la escena deja de ser concreta para transformarse en universal. Todos los maltratados, todos los maltratadores, la violencia como característica intrínseca no solo de regímenes autoritarios sino del hombre bestia.
Aunque cercano a una estética Pop en el empleo de tintas planas y el uso de recursos e imágenes cercanas a la publicidad y publicaciones de prensa, “El castigo” sobrepasa los temas intrascendentes del mismo. Al igual que la figura del maltratado sobrepasa los límites del marco para acercarse al espectador. Éste no puede permanecer impasible ante lo que ve. Su conciencia se despierta a fuerza de golpes al sentirse identificado. Nadie está a salvo.
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