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Somos eternos mientras estamos vivos, pero eso no durará siempre.
Una vez leí que cada vez que respiramos, 12 de las moléculas del aire que Julio Cesar expiró en su último aliento van a parar a nuestros pulmones.
Nuestros pulmones están llenos del aire que respiró Julio César, Adán y Eva, nuestra querida abuela, los bebés más encantadores del mundo y también del mismo aire que respiran los asesinos, los proxenetas, los poetas, los artistas y los héroes. Y los gusanos y las salamandras y los dinosaurios también.
El aire es muy etéreo pero la solidez de nuestro cuerpo es evidente: también heredamos moléculas y átomos de materia sólida que a través de las generaciones llegarán al último de los seres vivos que habiten la Tierra.
Y después? El polvo de estrellas del que estamos hechos regresará a una lejana nebulosa del Universo, en uno de cuyos rincones más remotos quizá surja otra vez la vida.
La obra es una pintura al óleo sobre lienzo preparado al estuco a la cal.
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