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Hice este cuadro cuando se cumplió, justamente, un año del duodécimo triunfo del gran Rafael Nadal en su pista talismán de Roland Garros. Y ya tiene en su poder el décimocuarto. ¡Qué bestialidad! Es como si de un obligado guión se tratase y, jugar en París en junio, significara tener que ganar el torneo. Le pinté levantando, victorioso, esa duodécima Copa de los Mosqueteros. “He aprendido a disfrutar, sufriendo”, nos ha dicho nuestro campeón. Y, ese pensamiento es el que me hizo plasmar, en mi lienzo, el instante preciso en el que aprieta fuerte el bien ganado trofeo, entre sus manos, en un gesto que encierra toda una catarata de emoción, ya incontenible, tras el colosal esfuerzo. Obra inspirada en fotografía original de la que desconozco el autor
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