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EN TONOS OCRES Y EBANO PINTADO
La africana sentada en su puerta, meditando en calma, ensimismada, en tonos ocres y ébano pintado, una mujer sabia, plena y experta.
Con la paz de su aldea en el alma, y la luz del sol cayendo a su lado, ella encuentra un momento sagrado, en el que todo el mundo se enmarca.
No hay prisa ni ruido que la inquiete, solo el viento que la acaricia suave, y la brisa que le besa la frente.
Y así, en su propio mundo, se sumerge, en una paz que nunca la abandone, y que siempre en su corazón perdure.
Este cuadro de la africana en su choza, nos muestra su belleza y su serenidad, en la quietud de su propia realidad, un mundo en el que todo está en su loza.
La luz del sol le da una gracia amorosa, y el viento le acaricia con suavidad, en una paz que parece de eternidad, donde el tiempo se detiene y todo reposa.
Oh, cómo quisiera yo ser como ella, sentirme agradecido por lo que tengo, y meditar en la calma de mi huella.
En su rostro veo la sabiduría, y en su alma encuentro un sentido nuevo, una paz que se siente día a día.
he aquí en versos que son poesía
En tonos ocres y ébano pintado, se sienta en su puerta, la africana, con ojos entornados, como en calma, medita en silencio, absorta y ensimismada.
En su rostro se ve la sabiduría, la experiencia de vivir en la tierra, y el alma que se siente agradecida por la paz que le brinda su aldea.
Mientras los rayos del sol caen a plomo, y la brisa cálida sopla suavemente, ella se queda allí, en su propio mundo.
Y en ese instante, el tiempo se detiene, mientras ella en su mente se sumerge, en un estado de paz que nunca muere.
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