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Yo estaba pintando, tranquilo, distraído, un poco aburrido.
De pronto, entró un mensaje. Era ella. Estaba inquieta, desconcertada, confusa.
Yo seguía pintando, levemente alterado, atento, expectante. Mi brocha empezaba a moverse aquí y allá.
Ella seguía escribiendo, rápido, con vehemencia. No podía seguir su ritmo, mi pulso se aceleraba, mi brocha buscaba colores que no había en mi paleta.
Ella era un volcán de palabras y sentimientos. Yo estaba excitado, no podía más. Estallé.
Ella dejó de escribir. Yo miré mi pintura, nunca había logrado plasmar esos sentimientos, esa vida.
Hoy intento pintar, lienzo en blanco, nervioso, esperando que me llame. Quiero que ella me confunda, me excite, me haga salir de la monotonía…, que me haga vivir.
Llámame por favor.
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