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“Muerte”, es el título de mi tercera obra dentro del campo de la Creación Digital.
La vida, con sus luces y sus sombras, va sirviendo de fondo en nuestro particular caminar. Es el lienzo sobre el que vamos dibujando lo que deseamos ser hasta dar con la atinada “mancha” de lo que realmente somos que, quizá tampoco, en sus acabados y resultados se corresponde con una realidad interior tan extensa y profunda como desconocida.
“Muerte” es una palabra cargada de contenido. Es, quizá, la que mejor nos conduce a la vida, instalándonos en ella, afianzándonos en lo que somos y tenemos.
Queriendo ver un poco más allá, sólo es el tiempo quién nos separa de ella. Vamos recorriendo caminos, llenando páginas y destrozando lienzos, dando lo mejor de cada uno hasta “descubrir” el umbral donde se desactivarán todas nuestras energías. Donde ya no seremos, al menos de esta manera.
Las puertas hacia lo desconocido; abiertas o cerradas; grandes o pequeñas. Puertas que ocultan acaso nuevas vidas. Triángulos en ellas imaginadas por los griegos bajo simbologías de caminos de superiores y desconocidas sabidurías.
No puede haber muerte sin haber habido vida, y esta sin la virtud de permanencia. De la esperanza descansado sobre la bondad de lo positivo. No puede haber avance sin la sensación de sentirnos protegidos. En la obra, lo positivo y la protección, apenas se muestran, como en la vida, como en la silenciosa presencia de un gato en la esquina solitaria de una larga estancia.
Es la muerte, generando nuestra duda eterna, la que insiste, a veces a nuestro pesar, en dar luz a nuestras vidas, sin ella, y quizá como la vida, este cuadro no hubiera sido posible.
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